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La Biblioteca del Kraken

Puerta al verano

Puerta al verano Ah! Qué placer leer a Heinlein! Con aquella capacidad que tiene de engancharnos a la lectura… con aquella prosa fluida, directa, que te provoca una sensación extraña, como si estuvieras visualizando una película dirigida por él… ya casi no recordaba estas sensaciones, pues ahora ya hace tiempo que asimilé otra obra suya: Tropas del espacio (Magnífica).

Si un problema tiene Heinlein es que buena parte de sus obras están descatalogadas o son difíciles de conseguir. No era este el caso, pues La Factoría ya reeditó “Puerta al verano” hace unos años, pero esta edición es nueva: Se trata de una colección que parece ser una iniciativa por parte de varias editoriales de fusionar títulos bajo el sello “Puzzle”. La enhorabuena por la idea, pues aparte de la calidad de las obras que he visto en las librerías, se suma el hecho de que los precios son mucho más interesantes y ajustados que a las ediciones precedentes.

Pero volvamos a Heinlein y su Puerta al verano. Esta obra es un clásico de los viajes en el tiempo: Encontraremos las típicas paradojas, los líos imposibles, las explicaciones más o menos razonadas del porque de un viaje en el tiempo etc… pero bajo la pluma de Heinlein, la historia cobra una vida, una energía imparables. Además, el hecho que esté visualizado en primera persona otorga aún más vitalidad a la obra.

El argumento, aunque no depara demasiadas sorpresas es bastante interesante: Un ingeniero viaja hacia el futuro pidiendo más o menos voluntariamente un “Sueño Largo”, o sea una congelación en toda regla que lo hará despertar treinta años más tarde. Pero su vida en el futuro no es como él había esperado y tendrá que tomar elecciones rápidas por reconducir la situación que dejó en el pasado. Heinlein nos introduce, además, una trama económica muy bien atada (aun cuando reconozco que entre tantos títulos y acciones, a veces me he mareado algo) que viene a ser el eje estructural de las desventuras del protagonista.

Por otro lado me ha sorprendido como con pocas páginas ha sido capaz de definir el perfil psicológico de su protagonista como si lo conocieses de toda la vida, pero sin saber demasiadas cosas de su físico, por poner un ejemplo. Sí que es verdad que es el único personaje que está bien definido y que toda la historia gira egoistamente a su alrededor (con el permiso del gato, claro), pero aquí se demuestra la energía que vierte el autor pues te pones involuntariamente en la piel de un ingeniero sin casi ni saber cómo es físicamente. Simplemente, el personaje te entra solo.

El autor también tiene tiempo (en poco más de 200 páginas) de hacernos reflexionar sobre las paradojas temporales, los viajes hacia al pasado y el futuro, las diferencias entre viajes en el tiempo “naturales” (cómo es la congelación) y de otros a través de máquinas artificiales y de atar todo esto con un sutil sentido del humor y con una franqueza que sorprendre: Porque cuando ya no tiene nada más que decir, acaba la novela, sin alargos insustanciales. 217 páginas que devoras en un santiamén.

Qué más decir? Pues que la recomiendo a los lectores que como yo disfrutan con los viajes en el tiempo bien estructurados, bien definidos y que además, nos aportan buena literatura.

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